No estoy de acuerdo con la afirmación de que crecer es aprender a despedirse porque para mí crecer es no despedirte de las personas que quieres, ni de las cosas que te gustan hacer, que tanto te enriquecen como persona y te hacen que te sientas feliz. Siempre hay que mantener esa parte de niño que te mantiene vivo. ¿Por qué despedirse? ¿No sería acaso un error despedirse de lo que nos hace mejores personas y nos caracteriza?
Crecer es aprender a despedirse para los que siguen unas pautas establecidas como correctas por la sociedad que les obliga a separarse porque esta sociedad les ha impuesto un autocontrol excesivo a sí mismos que no les deja ni respirar, que no les deja encontrar la armonía, ni vivir el momento de la forma que les gustaría porque lo que les apetece no está bien visto. La sociedad se ha impuesto una muerte continua, un perderse y no encontrarse nunca. Un continuo despedirse de uno mismo.
martes, 13 de agosto de 2013
viernes, 10 de mayo de 2013
El bien a través del amor.
El amor es el conjunto de todos los sentimientos que
construyen un estado de armonía en el que los individuos que sienten este, se
vuelven iguales, desapareciendo así cualquier posible sombra de desigualdad y
sumisión de unos bajo otros. El amor hace posible que la justicia exista, sin
amor, la justicia no sería viable: ella es la balanza que nos descifra el valor
positivo o negativo de ideas inmanentes en las personas o hechos cometidos por
estas. El amor es lo que mueve esa balanza que se balancea hacia lo bueno, en
contraposición con lo malo. Lo bueno y lo malo, son aspectos éticos, estímulos
que rigen nuestras acciones hacia una u otra dirección. Dependiendo de la
persona de la que se trate, va a concebir por ético una cosa u otra. Esto no
conduce a concluir que lo ético es relativo pues aunque cada persona lo entiende
de una manera distinta, lo relativo en todo caso sería el concepto que se le
otorga a “bueno” debido a que entendemos por ético aquello que está bien. Es
difícil, determinar un significado a “bien” pero por mi parte, voy a ofreceros
el alcance que para mí posee ésta comprometida palabra. No concibo lo bueno como algo que contenga
valor en sí mismo, si no que creo que ese valor que pueda tener, se le es
asignado por la suma de todos los individuos, los cuales derivan en este la
responsabilidad suprema de ser el protector de todas y cada una de las
necesidades individuales que están presentes en cada uno de ellos y cuyas
exigencias son imprescindibles para la posible realización de la voluptuosidad
personal. El bien sólo tiene sentido cuando hay más de un ser existente con
intereses. Al existir un amplio conjunto de personas con intereses, en cada uno
distintos, nace el deber de establecer unas pautas que respeten los intereses
de todos y cada uno de los componentes de la sociedad para no darse lugar a la
intolerancia, que ocasionaría la falta de libertad de las personas, al no
respetar esas pautas que permiten a cada cual perseguir su felicidad sin que
esta implique la infelicidad de otras. Estas pautas limitan la libertad que
sería posible comprender como ilimitada si sólo existiese un individuo pues
este no tendría que recurrir a ningún pacto para evitar el conflicto de
intereses. Por tanto, la libertad debe entenderse como la posibilidad de obrar
persiguiendo tus objetivos, sin que estos simbolicen la falta de consideración
por los del resto de habitantes. El bien, no es un fin, sino un medio que
concierne a la ética para alcanzar sin demasiada disputa, los propósitos que a
cada cual atañe. Por último, concluir que para realizar el bien, es necesaria
la presencia de amor entre todos, contemplándonos así los unos a los otros,
como iguales, hermanos que aunque con distintas metas, se ayudan mutuamente a
acercarse a esta. El amor hace posible el bien, el bien hace posible la
igualdad, con la que se lograría unas condiciones idénticas para todos y así poder
adquirir cada cual su felicidad particular haciendo así posible la de todo el mundo
en general. Esto derivaría necesariamente a individuos libres construyendo
constantemente una sociedad justa.
martes, 7 de mayo de 2013
Amor a la sabiduría.
Para mí, la filosofía, es pasión por saber y aplicar lo aprehendido. Es lo que simultáneamente me hace conectar y desconectar, es estar pisando dos mundos a la vez, y no me quiero poner platónica. Es un conjunto de filosofías que entre sí se intentan refutar, para de ese modo, intentar alcanzar un progreso con el deseo de que la propia filosofía se lleve a la práctica y no simplemente sirva como mera interpretación, si no que esta visión pueda ser revolucionaria y contribuir a mejorar el mundo formulando teorías críticas basadas en cuestiones ontológicas, epistemológicas, estéticas, éticas, políticas etc que puedan también servir de hipótesis a la ciencia y de eso modo, ser verificada por ésta. En consecuencia, no creo que la filosofía en sí sea conocimiento pero sí pienso que es la base sobre la que se apoya éste ya que sin las hipótesis que la filosofía formula, sin las preguntas que la ésta se hace, no se podría intentar dar respuestas a esas cuestiones pues nadie las realizaría, ya que esa labor corresponde a la filosofía, experta en no delimitar, pues todo le incumbe. La filosofía es un impulso curioso innato que todos los seres humanos tenemos, aunque algunos, lo tienen dormido pero hay que saber despertarlo. Por tanto, al concebir a la filosofía como un continuo avance, creyéndola una crítica constante hasta a ella misma y por considerar que no se puede llegar a conocer todo debido al inconsciente, creo entonces, que se puede ser filósofa en potencia y en acto al mismo tiempo ya que el acto es el ahora, es decir, el siendo que siempre varía y la potencia es lo que hace posible el acto porque la potencia es la que tira del acto para que sea un continuo siendo, un continuo cambio. Siempre estamos expuestos a una continua crítica que nos hace cuestionarnos lo que en ese momento nos consideramos y consideramos "ser" conscientemente. Siempre, por tanto, estamos siendo. Somos un siendo constante aunque reiterándome, unos menos que otros por ese impulso curioso que no se les ha despertado.
sábado, 5 de enero de 2013
Un siendo constante, un continuo interrogante.
Mi “yo soy” se ha extinguido
y sólo queda mi “estoy siendo”
hacia una dirección, la evolución.
Es continuo el avance de este ser
que no deja indiferente
con su con constante perecer y renacer.
Experimenta lo ascendente y descendente
de la emoción que se siente profunda
por sus fondos de claridad y penumbra,
por sus fondos de claridad y penumbra,
que me llevan a la insistente duda
que a mi filósofa mente abruma.
Con su constante burla existencial,
me lleva a un lugar cicatricial,
donde enfermo y me recupero.
Ese lugar es el pliego
donde con la tinta de la pluma
escribo lo que siento.
María del Mar Carpio Campos.
María del Mar Carpio Campos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)