viernes, 10 de mayo de 2013

El bien a través del amor.



El amor es el conjunto de todos los sentimientos que construyen un estado de armonía en el que los individuos que sienten este, se vuelven iguales, desapareciendo así cualquier posible sombra de desigualdad y sumisión de unos bajo otros. El amor hace posible que la justicia exista, sin amor, la justicia no sería viable: ella es la balanza que nos descifra el valor positivo o negativo de ideas inmanentes en las personas o hechos cometidos por estas. El amor es lo que mueve esa balanza que se balancea hacia lo bueno, en contraposición con lo malo. Lo bueno y lo malo, son aspectos éticos, estímulos que rigen nuestras acciones hacia una u otra dirección. Dependiendo de la persona de la que se trate, va a concebir por ético una cosa u otra. Esto no conduce a concluir que lo ético es relativo pues aunque cada persona lo entiende de una manera distinta, lo relativo en todo caso sería el concepto que se le otorga a “bueno” debido a que entendemos por ético aquello que está bien. Es difícil, determinar un significado a “bien” pero por mi parte, voy a ofreceros el alcance que para mí posee ésta comprometida palabra.  No concibo lo bueno como algo que contenga valor en sí mismo, si no que creo que ese valor que pueda tener, se le es asignado por la suma de todos los individuos, los cuales derivan en este la responsabilidad suprema de ser el protector de todas y cada una de las necesidades individuales que están presentes en cada uno de ellos y cuyas exigencias son imprescindibles para la posible realización de la voluptuosidad personal. El bien sólo tiene sentido cuando hay más de un ser existente con intereses. Al existir un amplio conjunto de personas con intereses, en cada uno distintos, nace el deber de establecer unas pautas que respeten los intereses de todos y cada uno de los componentes de la sociedad para no darse lugar a la intolerancia, que ocasionaría la falta de libertad de las personas, al no respetar esas pautas que permiten a cada cual perseguir su felicidad sin que esta implique la infelicidad de otras. Estas pautas limitan la libertad que sería posible comprender como ilimitada si sólo existiese un individuo pues este no tendría que recurrir a ningún pacto para evitar el conflicto de intereses. Por tanto, la libertad debe entenderse como la posibilidad de obrar persiguiendo tus objetivos, sin que estos simbolicen la falta de consideración por los del resto de habitantes. El bien, no es un fin, sino un medio que concierne a la ética para alcanzar sin demasiada disputa, los propósitos que a cada cual atañe. Por último, concluir que para realizar el bien, es necesaria la presencia de amor entre todos, contemplándonos así los unos a los otros, como iguales, hermanos que aunque con distintas metas, se ayudan mutuamente a acercarse a esta. El amor hace posible el bien, el bien hace posible la igualdad, con la que se lograría unas condiciones idénticas para todos y así poder adquirir cada cual su felicidad particular haciendo así posible la de todo el mundo en general. Esto derivaría necesariamente a individuos libres construyendo constantemente una sociedad justa.

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