miércoles, 8 de enero de 2014

La felicidad es, sobre todo, una actitud.

La capacidad de sentir las injusticias es algo que nos permite querer luchar contra ellas pero hay que intentar canalizar las malas sensaciones que éstas despierten en nuestro interior porque no merece la pena ni se soluciona o se gana nada bueno sintiéndolo así. Sólo nos llevamos malos ratos para que el mundo siga igual. Porque el mundo no va a mejorar porque nos enfademos mucho a causa de una injusticia. Que te pueda doler es inevitable pero no puedes permitir que te haga sufrir. Ese sufrimiento te va a impedir enfocar el problema de una forma que en vez de ver más luz sólo veas más oscuridad. La oscuridad ya está ahí, de nada sirve crear nosotros más porque ésta nos duela. Así sólo se resta luminosidad al mundo y posibilidad de eliminar sombras.

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